Sobre el pensamiento filosófico y teológico de Pedro Teilhard de Chardin
No pocas veces nuesttos lectores nos han pedido un estudio ‘Sobre las doctrinas del P Teilhard de Chardin, a raíz de la publicación de sus obras póstumas.
No pocas veces nuesttos lectores nos han pedido un estudio ‘Sobre las doctrinas del P Teilhard de Chardin, a raíz de la publicación de sus obras póstumas.
Para empezar, nada mejor que echar un vistazo a la Historía de la Filosofía. Precisamente este trabajo no va a ser en parte etra cosa que un poco de filosofía de la Historia de la Filosofía.
Al tratar de la evolución cósmica, donde entran en juego los astros, nebulosas y materia difusa por los espacios, se suele insistir especialmente en las fases iniciales del proceso: tras de la descripción de esos elementos integrantes del universo y la demostración de las cifras proverbialmente llamadas astronómicas, se procura responder a la cuestión cosmológica fundamental: ¿de dónde vienen y cómo llegaron a ser lo que son?
Creado el hombre a «imagen y semejanza de Dios», recibió desde el primer instante como cualidad esencial suya el don de la libertad. Aquel primer estado del hombre es llamado por los teólogos estado de justicia original porque en él todas las partes del ser humano estaban convenientemente subordinadas entre sí e integradas en la persona humana, y el mismo hombre de tal modo estaba sometido a Dios que le resultaba fácil usar de esta libertad y conservar la amistad con el Ser supremo, y así con la observancia de la ley moral alcanzar definitivamente su último fin.
Con maravillosa penetración psicológica San Agustín escríbió entre las muchas páginas inmortales de sus Confesiones, una que lo es a título especial: aquella en que describe su «querer»,. que es un «querer y no querer», cuando el alma se ordena a sí misma algo, y no se obedece. Si manda, parece querer; si no obedece su propio mandato, manifiesta no querer: «Manda el alma que se mueva la mano y la rapidez es tanta, que apenas la ejecución se distingue del mandato. Y eso que el alma es el alma, y la mano es cuerpo. Manda el alma que quiera el alma; el alma es una misma y no obstante, no se hace. ¿De dónde nace este monstruo? ¿ Cuál es su causa? Manda que quiera; si no quisiera, no mandara; y no se cumple lo que manda».