El deseo y el amor en dos cartas de Carlos Cardona

Conocí personalmente a Carlos Cardona, a través de Eudaldo Forment, que lo trajo a Sant Cugat, en 1988 o 1989, donde hablamos casi toda una mañana de filosofía. (Seguramente de su libro, Metafísica del bien y del mal, 1987, que yo acababa de leer y que me había literalmente deslumbrado). Planeamos otras entrevistas y otras conversaciones. Pero nunca fue posible. No nos vimos más. Sólo hubo entre nosotros correspondencia epistolar.

¿Soñamos los valores?

Cuando soñamos, sentimos la realidad de modo arbitrario y caleidoscópico. Sabemos que los sueños encierran verdades que muchas veces nos ocultamos, pero en definitiva son irreales. Lo que en ellos nos atrae o nos repele, lo que apreciamos o despreciamos, carece de coherencia y realidad. Somos sólo nosotros los que vivimos y valoramos una pura apariencia de realidad subjetivamente. Pero, como escribiera Calderón, ¿la vida es sueño y los sueños sueños son?

Personalismes actuals i persona en Sant Tomàs

Darrerament vivim, especialment en el camp de les aportacions intellectuals, uns moments de forta afirmació del divergent, del plural. Sembla com si el pluralisme de significacions s’hagués convertit en una característica dels nostres habits de pensament. Fins i tot !’apología de l’efímer, el pensament debil o la multiplicitat dels discursos se’ns donen coma components essencials de l’anomenat home postmodern que es troba cada vegada més abocat al risc de la indiferencia. En tots els ambits de pensament existeix una consciencia fragmentada, com si es donés una mena de sincretisme de visions.

¿Hombre y persona?

Con mi ponencia ¿Hombre y Persona?, desearía ayudarles a la reflexión sobre la dignidad humana, que estan realizando en estos días -que para muchos son ya de vacaciones-, con mis consideraciones sobre esta cuestión, nada fácil, pero de extraordinaria importancia, sobre la que vengo pensando desde que empecé mis estudios universitarios.

La religiosidad de Occidente en este final del siglo XX

El camino del hombre es la temporalidad; el final, la eternidad. Peregrino del Absoluto, «mientras se le otorga el tiempo» (Gal 6,10), lleva en el corazón una inquietud insaciable, que le exige dar una respuesta sobre el sentido de la marcha. Esta necesidad es más apremiante en algunos momentos del camino, donde encuentra piedras milenarias que le exigen un alto, como acontece ahora cuando ya se aproxima a la alta cordillera que divide y enlaza dos siglos. El caminante necesita saber de dónde viene, a dónde va, qué está haciendo y por qué lo hace. Si descifra su origen y su destino, tiene ya aclarada la cuestión radical de quién es, y qué lugar ocupa en el mundo.

Número 113

Año 45 | 1996 Artículos La religiosidad de Occidente en este final del siglo XX Abelardo Lobato ¿Hombre y persona? Eudaldo Forment Giralt Personalismes actuals i persona en Sant Tomàs Juan Martínez Porcell ¿Soñamos los valores? Pablo López López Notas y documentos El...