¿Es posible un derecho amable? Una cuestión de naturaleza

Referirse a un derecho amable, en nuestra inmediata coyuntura sociopolítica, puede parecer una ironía, una relación antitética o incluso una cuestión filosófica ociosa. Ello es debido a la patente desafección que suele producir el mundo jurídico (sus profesionales, instituciones e incluso su lenguaje) en la sociedad, en el ciudadano concreto que padece continuamente la cada vez más intensiva burocratización, las dilaciones del sistema judicial y administrativo, la frecuente ininteligibilidad del lenguaje jurídico,
la turbo-producción legislativa del Estado y, asimismo, el no desdeñable coste económico que irroga cualquier gestión del tráfico jurídico. Si la desafección de la sociedad contemporánea hacia el mundo jurídico es cada vez más evidente y creciente, es pues de primerísima importancia ahondar en las causas de este problema e indagar la posibilidad real de un derecho amable, de un derecho que dé razón de la naturaleza humana, de la sociabilidad intrínseca de lo humano.

Una visión del alcance y efectos de la sociología en el arte del derecho

El pensamiento moderno sustituyó la fe en las convicciones tradicionales por la fe en la razón y en el progreso. Instauró, ante todo, el imperio de una racionalidad instrumental, una mentalidad calculadora de los medios más eficaces para lograr un fin determinado de orden material. Esa forma de racionalidad operó no sólo sobre las ciencias físicas y técnicas sino también sobre la organización de la sociedad moderna, afectando, por lo mismo, a la ciencia del derecho.