De cuando el Logos fue realmente luminoso
El 20 de marzo de 1939, Études publicaba una pequeña obra maestra de Pierre Teilhard de Chardin, el gran poeta1 del siglo XX. Pequeña en cuanto al tamaño, está claro, pero grande en muchos otros aspectos. En veinte páginas escasas, el autor de El fenómeno humano sintetizaba la historia del pensamiento occidental no a través de nombres ni de doctrinas, sino de sus imágenes, de las proyecciones que las mentes de cada época recibían en su camino de conocimiento del Hombre y, desde el Hombre, del Mundo y de Dios. El mérito era doble, porque junto a la gran capacidad de síntesis de qué hacía gala el autor, cabía sumar su ignorancia en cuanto al tema: el padre Teilhard era un gran paleontólogo, es uno de los grandes maestros del pensamiento, pero su formación en lo que él mismo calificó como “ciencia del hombre” no llega muy lejos, y no obstante, sabe sintetizar los pasos de la Historia como nadie.