por Michele Federico Sciacca | 006-1953
Existe un humanismo que se llama a sí mismo ateo, precisamente por ser humanismo. En otros términos: admitir un Dios trascendente, al que hay que adorar y a quien debemos someternos como a lo absoluto (el Dios de la religión), es negar al hombre.
por Michele Federico Sciacca | 031-1959
Quante volte non e stato scritto, dall’Illuminismo in poi, che il libero pensiero, il progresso della scienza e il dominio dell’uomo sulla natura (attraverso la scienza stessa e il prodigioso avanzamento tecnico) avrebbero liberato gradualmente ma infallibilmente l’uomo dal «peso» della religione, della superstizione, del fanatismo ed anche da un assurdo giudizio di condanna o di premio nell’oltratomba?
por Michele Federico Sciacca | 040-1961
«Mon frere? Il est tres jeune!» Así, con mucha seriedad me decía en París en 1947, con noventa y tres años a cuestas el hermano de Mauricio Blondel que contaba ya 86 cumplidos, sin hablar de los antepasados que desde los orígenes medievales de esta familia borgoñesa, difícilmente se han dejado convencer a dejar esta tierra antes de los 100, aunque fueran embajadores ante el ceremonioso Gran Turco o combatientes napoleónicos en las campañas de España y de Rusia. Mauricio -«muy enclenque» desde los dieciséis de edad, enjuto, chaparro- no desmintió el renombre de «raza fuerte» a la cual pertenecía. Nació el 2 de noviembre de 1861 en Dijon; un día antes de su muerte, que acaeció en Aix-en-Provence el 4 de junio de 1949, firmó el contrato del libro, publicado póstumo, Exigencias filóosóficas del cristianismo.
por Michele Federico Sciacca | 052-1965
El testimonio social de Jesucristo pediría algo muy diverso a una mera conferencia: en un curso sobre este tema en la Universidad de Génova, después de 54 lecciones, ni siquiera había desarrollado una tercera parte del tema; no me queda, pues, más remedio que quedarme con un versículo del Evangelio. El tema forma parte de un trabajo que estoy preparando, pero no sé si lo publicaré, ni cuándo hasta por la misma dificultad y delicadeza del tema; el libro, si algún día ve la luz, tendrá como título La casa del pan, esto es, Belén, en su significación etimológica.
por Michele Federico Sciacca | 057-1968
El texto de la Declaración del Concilio Vaticano II sobre la «libertad religiosa» ha sido amplia y apasionadamente discutido en tres Congregaciones generales, como requería la delicadeza e importancia del tema. Este constituye una «declaración» distinta; la primera estaba incluida en el esquema «De oecumenismo» y la segunda es la que trata de los judíos y no cristianos.