Testimonium Flavianum

Hay en las obras de Flavio Josefo (a. D., 37-101), un fragmento al que se ha denominado Testimanium Flavianum (Antiquitates Judaicae; l. XVIII, c, III), muy honroso para N. S. Jesu Cristo, y útil para nosotros, por evidenciar al Cristo histórico, que vivió, murió y resucitó en Jerusalén, y por lo mismo, muy debatido. Su importancia estriba en venir, de un célebre historiador no cristiano, que narra sucesos inmediatamente anteriores al aquí narrado, contemporáneos a él, e inmediatamente posteriores; de los últimos de los cuales, fué testigo ocular. El que sea, como va dicho, tan debatido, requiere también el ser más estudiado.

Un gran milagro poco conocido

Siempre ha sido distintivo del filósofo cristiano el amor a la verdad. Precisamente por ello ha recogido y estudiado los datos que se le han ofrecido sobre el milagro: en el milagro ha visto un sello o signo del poder de Dios en testimonio de la verdad, en suma, un medio para descubrirla por el camino de una comprobación de hecho, que no se oponía, sino completaba, su investigación racional, entendida no como un juego malabar de entretenimiento, sino en toda su amplitud de camino a la verdad.

El discurso de San Pablo en el Aerópago

Tal como lo pronunció San Pablo (no según él lo había planeado), su discurso fue puramente filosófico. Hasta entonces sus auditorios habían sido judíos o prosélitos, y tomaba como fundamento la Sagrada Escritura y los Profetas. Pero en Atenas no había sinagoga ni, por consiguiente, auditorio judío; se hallaba en un ambiente del todo pagano, por eso, cambia aquí su táctica acostumbrada y hubo de buscar otro punto de contado desde donde fuese posible un acceso a Cristo.