El legado del P. Enrique Rivera de Ventosa, un «hombre de Dios». In memoriam

Recibí su última llamada telefónica el pasado día 1ª de febrero. Amable, sencillo, riguroso y rotundo, como siempre. Aunque sospechábamos desde hacía largo tiempo que su existencia en esta vida estaba tocando a su fin, la fuerza de su verbo ágil, apretado, encendido, bien conocido por todos, rezumaba como siempre la espiritualidad que surgía de lo más hondo de su espíritu, haciendo vida las palabras de Cristo: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12, 34), con la fidelidad propia de los auténticos hijos de Dios. Como hace un buen padre, durante casi cuarenta minutos prosiguió desgranando sus consejos con su extraordinario afecto y cercanía, mostrándome la belleza del rigor en el estudio, su ilusión ante los proyectos en los que trabajábamos en común, su preocupación por mi formación y el amor, su amor inmenso al Padre Celestial… todo ello, salpicado con entrañables recuerdos de su infancia en torno a la festividad del día de las Candelas, vividos junto a su querida madre hacia la que siempre mostraba una ternura verdaderamente ejemplar.

A vueltas con el realismo y la verdad en Popper

Cuando en 1993 presenté la tesis Realismo y progreso científico en la epistología popperiana en la Universidad Autónoma de Barcelona mostré particular empeño en matizar muy bien la afiliación de la tesis epistemológica de Popper. El realismo popperiano era (y continúa siendo) un asunto aceptado unánimemente por los estudiosos de su obra. No puede ser de otro modo.