por Clemente Pujol | 068-1973
Al comenzar estas páginas, se hace necesaria una pregunta, de cuya respuesta depende todo lo que se dirá en lo sucesivo. La pregunta puede ser formulada en estos términos: El religioso ¿puede ser hombre de la presente sociedad?; o en otras palabras: La vida religiosa ¿ tiene sentido en el mundo de hoy?
por Clemente Pujol | 069-1974
El religioso promete a Dios los tres votos de castidad, pobreza y obediencia, aceptados por la Iglesia, con los cuales el cristiano se consagra a Dios y se le abre un camino expedito para el servicio eficaz de Dios y de la Iglesia, porque por ellos el religioso se entrega enteramente a Dios, para emplear toda su vida exclusivamente a su servicio. «Por los votos, dice el Concilio, o por otros sagrados vínculos análogos a ellos a su manera, se obliga el fiel cristiano a la práctica de los tres consejos evangélicos antes citados, entregándose totalmente al servicio de Dios sumamente amado, en una entrega que crea en él una especial relación con el servicio y la gloria de Dios».
por Clemente Pujol | 070-1974
La figura del religioso no puede dibujarse solamente con las leyes disciplinares, sino que hay que añadir a ellas algo que las perfeccione. Ese «algo», que procede de lo más profundo, juega un papel muy importante en la vida del religioso. Si éste se limitase a observar sus votos y a cumplir con las reglas de su Instituto, pero no se preocupase de sus hermanos, le faltaría mucho para ser un religioso perfecto, ya que él debe darse cuenta de que no vive solo, sino que está rodeado por muchos otros religiosos que tienen el mismo fin y que trabajan por la misma causa. No puede por tanto prescindir de ellos y es absolutamente necesario que entre el religioso y los demás religiosos de la comunidad y del Instituto se establezcan relaciones no de mera convivencia social, sino íntimas y de verdadera fraternidad.
por Clemente Pujol | 071-1975
La vida religiosa ha sido, sobre todo en estos tiempos posconciliares, el blanco de ataques procedentes de dentro y de fuera de ella. Los enemigos de la vida religiosa saben muy bien que ella es un eficaz sostén y colaboradora de la Iglesia ya que ésta, para realizar la misión que le ha sido encomendada por su Fundador, encuentra en la vida religiosa un medio activo y eficiente. ¡Herir la vida religiosa, es herir a la Iglesia! Un timbre de gloria para los religiosos.
por Clemente Pujol | 072-1975
¿Por qué tratar este punto? ¿No es una incongruencia en este tiempo de acción hablar de la oración? Es cierto que vivimos en tiempos en los que se siente muy intensamente el espíritu de acción y de dinamismo y en los que todo invita a una extroversión de la persona humana. Pero no es menos cierto que toda acción del religioso debe ir penetrada de oración, de lo contrario se corre el peligro de que la acción quede vacía del espíritu sobrenatural, que es el que ha de vivificar la vida religiosa y la ha de hacer eficaz. Sea dicho desde un principio: sin oración, no es posible la vida religiosa.