Consideraciones en torno a la polémica Leibniz-Clarke
Siempre que pensamos en el estado de la Ciencia en los siglos XVII y XVIII, de inmediato resaltamos el carácter experimental de la misma. Las leyes de la Naturaleza son inducidas a partir de los propios entes físicos; es decir, es la observación y la experimentación apoyadas en un sólido aparato matemático las que avalan un conocimiento científico. Sin embargo, la principal novedad metodológica radica en la aplicación de las matemáticas al estudio de la Naturaleza. A ello contribuyó el resurgimiento del platonismo en Italia renacentista; pues no hay que olvidar la gran carga matemática que el platonismo lleva implícita. Los pitagóricos entendían el número como principio de existencia, fueron ellos los primeros en postular que las diferencias cualitativas entre los seres podían traducirse en diferencias de orden cuantitativo. No hay duda de la importancia de las doctrinas neoplatónicas en una época en que la meta de todo filósofo natural era conocer la Naturaleza del modo más exacto posible, por tanto, nada mejor que la aplicación del método matemático para lograr esta exactitud.