Las orientaciones espiritualistas en la filosofía francesa contemporánea: René Le Senne, Georges Bastide, Jacques Chevalier

En su admirable obra «Naturaleza, Historia, Dios», Xavier Zubiri escribe: «La Filosofía no es una ocupación más, ni siquiera la más excelsa del hombre, sino que es un modo fundamental de su existencia intelectual. Por eso, no nace de un arbitrario juego de pensamientos, sino de la azarosa, problemática, situación en que el tiempo, su tiempo, le tiene colocado».

La filosofía de lo concreto en Mauricio Blondel y Miguel de Unamuno

En un estudio consagrado a Bergson (titulado La filosofía abierta, número especial de los Cahiers du Rhóne sobre Bergson, 1943, Neuchatel, Ediciones de La Baconniere, página 88), Mauriee Blondel observa muy agudamente: «Au premier regard, une philosophie du concret et du mouvant semble, en effet, pouvoir se dire se garder toujours ouverte» (Salta a los ojos, que, una filosofía de lo concreto y de lo que se mueve (mouvant) parece poder justamente decirse y guardarse siempre abierta»).

Suárez y nosotros

Una hermosa tarde de Semana Santa, el miércoles 14 de abril de 1954 (extraña coincidencia del aniversario vigésimocuarto de la Segunda República española… !), me recogí frente a la casa natal de Suárez, en Granada, delante de la Capitanía General, a los pies del cerro de la Alhambra, exactamente al lado de la pintoresca y mudéjar Casa de los Tiros. Contemplando aquella morada, edificada por el abuelo del ilustre maestro, héroe de la Reconquista de 1892, contra los Arabes, y constructor de una Granada nueva, venida otra vez al cristianismo, yo pensé en una muy aguda observación, hecha por José María Alejandro, comparando al gran pensador granadino con su sitio natalicio y diciendo: «fin de un pasado y comienzo de una nueva historia, fin de reconquista y comienzo de reconstrucciones, transparencia y claridad en la profundidad fascinante de un cielo incomparable, el primer cielo que vio el filósofo español».

Un pensador cristiano: Juan Roig Gironella (1912-1982)

Para empezar, desearía evocar mi amistad personal por Juan Roig Gironella, en ese intento, es suficiente apelar a mis recuerdos y abrir, por ejemplo, mis notas de viaje. Algunos días antes de mi primera visita a la Ciudad Condal, a finales de diciembre de 1953, mi malogrado colega tolosano, el padre jesuita Auguste Etcheverry, decano de la Facultad de Filosofía en el Instituto Católico de Toulouse, escritor muy conocido, entonces presidente de nuestra Sociedad Tolosana de Filosofía, me aconsejó, con su gentileza acostumbrada, tomar contacto en Barcelona con uno de sus más brillantes alumnos del «Scolasticat» jesuita de Vals (cerca de Le Puy en Velay), el R. P. Juan Roig Gironella, que estudió ahí diez años antes, a causa de la expulsión de los jesuitas de España.

El tomismo de André Combes

André Combes era mi compatriota del Lot-et-Garonne (en Périgord) y conocía mi familia maternal desde muchos años (de Castelnaudde Gratecambe, cerca de Villeneuve-sur-Lot), igualmente en Lot-et-Garonne.