Ser y auto-conocimiento en la libertad a partir de santo Tomás. Algunos postkantianos, heideggerianos y demás

La libertad es una cuestión cuyo sentido ya es un problema. Debemos distinguir entre la libertad “civil”, social o política y lo que sería la libertad “personal” psicológica o propiamente onto-lógica: la libertad del hombre, ya no respecto del Estado, sino de sí mismo respecto de sus propios actos. Y, en ambos sentidos, encontraríamos dos polos “negativo o positivo”.

El hábito de estudio en el decreto de reforma de los estudios eclesiásticos de filosofía

Santo Tomás de Aquino sitúa los actos de conocimiento y amor personales en la consideración de la persona como realidad fundamentada en el ser. Toda persona se siente un ser cerrado en sí mismo, inmanente e incomunicable, portador de su propio ser, solo en sus propias decisiones; un ser que asume su propia existencia como una excepción original a la nada. Por otro lado, nuestra inteligencia nos reclama la posesión del ser, de cualquier ser, nuestro ser íntimo, el exterior a nosotros mismos, incluso el de Dios. Nuestra voluntad nos hace señores de nuestra propia actividad y nos ofrece un mundo enorme de posibilidades en las cuales nuestro ser se da a los otros. Pero nuevamente cuanto más se abre la persona y sale de sí misma mayor se vuelve la conciencia de su incomunicabilidad. La persona debe ser considerada metafísicamente como un ente individual, concreto, completo y compuesto.

La aprehensión del singular en el proceso del conocimiento moral

En un conocido artículo que lleva por título Moral Perception and Particularity, Lawrence Blum se lamenta de que la filosofía moral contemporánea haya centrado su atención en las reglas y principios que guían la conducta, en la decisión y la elección moral, en la universalidad y la imparcialidad de los actos, olvidando la percepción moral que precede a todas estas consideraciones cuando, en realidad, si una situación no se percibe como una situación moral, el agente no iniciará ningún proceso deliberativo que finalice en una elección. “In fact [dice Blum] one of the most important moral differences between people is between those who miss and those who see various moral features of situations confronting them”.

La critica di san Tommaso all’argomento ontologico (ST I, q. 2, a. 1) nella lettura dei maestri domenicani della “Scuola di Salamanca”

Il teologo gesuita tedesco Christophorus Haunold (1610-1689), nelle sue Institutiones Theologicae pubblicate nel 1669, affermava che,
«…recentiores Hispani, elucubrationibus suis in Germania celebres, et ob ingenii acumen aestimandi, non contenti demonstrationibus a creaturarum existentia deductis, existimant Dei existentiam indipendenter ab his, et sic quodammodo a priori demonstrari posse, demonstrationibus adeo patentibus, et absque molimine procedentibus, ut mirum esset, eas Angelicum intellectum S. Thomae, ne dicam ceteros omnes fugisse, si legittimas essent.»

El Yo de Jesucristo, una aportación desde el tomismo del P. Xiberta

El tema del Yo de Jesucristo y de su autoconciencia es uno de los más difíciles y apasionantes de toda la cristología. Su planteamiento en los debates teológicos del siglo xx provocó una movida controversia, con soluciones muy dispares, algunas de los cuales repetían antiguos errores en la comprensión del misterio de Cristo, único Hijo de Dios Padre hecho hombre por nuestra salvación. El teólogo carmelita Bartomeu M. Xiberta intervino en ella con una claridad poco habitual, mediante una pequeña obra El Yo de Jesucristo, que arrojará una luz decisiva en dicha cuestión. En él realizó primero una defensa decisiva de los fundamentos dogmáticos exigidos para la recta comprensión del misterio del ser de Cristo, deshaciendo también algunos errores de perspectiva teológicos y filosóficos que impedían un mirada clara sobre el mismo, y a continuación ofreció una solución teológica que fuera coherente con la enseñanza bíblica y tradicional de la Iglesia, cuyos exponentes más notables reconocía en San Cirilo y Santo Tomás.

Conoscenza e verità. La posizione di Tommaso d’Aquino nell’interpretazione di Cornelio Fabro

È ancora possibile, oggi, dopo quella che Adorno ha chiamato la “svolta soggettivistica” del pensiero moderno, operata a partire da Cartesio, parlare in modo convincente di conoscenza veritativa della realtà e, quindi, sostenere posizioni che si ispirano creativamente al realismo tommasiano? Certe preclusioni contemporanee non derivano, forse, logicamente da quella svolta, nel senso che, posto un certo punto di partenza o fondamento del sapere, gli esiti aporetici o fallimentari sono predeterminati?

Ser y conocer en la doctrina tomasiana de la sensación. La duplex immutatio y el problema de la spiritualis intentio en De Pot., q. 5, a. 8

Es sabido que en su interpretación del conocimiento santo Tomás hace suyos los principios fundamentales de Aristóteles. Para el Estagirita, el conocimiento constituye un efectivo crecimiento del alma en sí misma y una “salvación” de las dos formas, a saber, la del objeto conocido y la del sujeto cognoscente, porque ninguna de las dos se pierde o corrompe y el alma se “expande” en actualidad. Este crecimiento del alma se da por una suerte de asimilación; pero no como aquel tipo de asimilación que es la nutrición, necesariamente física y corruptiva, sino una asimilación de carácter perfectivo: la primera es una pasión, la segunda no puede decirse tal sino en sentido muy amplio. Mientras que en el ámbito de la asimilación física la adquisición de una nueva forma comporta la pérdida de la forma precedente, en el ámbito de la asimilación cognoscitiva el sujeto adquiere una nueva forma sin perder la propia. Se trata, pues, de un puro enriquecimiento, de una actualización bajo todo respecto perfectiva.

Alcance y límites de la prudencia como virtud intelectual

En la cuestión 57 de la Prima Secundae, cuestión dedicada a los hábitos intelectuales, Santo Tomás comienza demostrando la naturaleza virtuosa de los mismos (art. 1). Después presenta los hábitos intelectuales especulativos —sabiduría, ciencia y entendimiento— (art. 2) y el hábito intelectual práctico del arte (art. 3). Los otros tres artículos que componen esta cuestión
los dedica el Aquinate a la prudencia. En concreto, comienza por distinguirla del arte, recta ratio factibilium, donde importa la perfección de la obra exterior realizada —factio est actus transiens in exteriorem materiam— mientras que la prudencia se ocupa de la praxis, donde el acto permanece en el propio agente —agere autem est actus permanens in ipso agente— (art. 4). Es en el artículo quinto, dedicado ya en exclusiva a la prudencia, donde afirma que la prudencia es virtud máximamente necesaria para la vida humana mientras que el artículo sexto y último de esta cuestión lo dedica Santo Tomás a las partes potenciales –eubulia, synesis, gnome— a las que dedicará también la cuestión 51 de la Secunda Secundae, en medio del tratado sobre la prudencia que se extiende desde la cuestión 48 a la 56.

Número 149

Año 64 | 2015 Artículos Alcance y límites de la prudencia como virtud intelectual Miguel Ángel Belmonte Sánchez Ser y conocer en la doctrina tomasiana de la sensación : La duplex immutatio y el problema de la spiritualis intentio en De Pot., q. 5, a. 8 Christian...