por J. Avelino de la Pienda | 103/104-1991
Los grandes padres del Marxismo siempre han abrigado la pretensióri. de identificar su propia ideología con la ciencia. No se resignan a reconocer que su ideología es una más entre las muchas que se dieron en la historia de la Humanidad. Su ideología es, para ellos y sus fieles creyentes, algo más estable, algo más objetivo, que una simple ideología. Para ellos es ciencia. Pero ni siquiera se conforman con identificarla con una de las muchas ramas que hoy tiene la ciencia; con la Sociología, por ejemplo. Su ideología es mucho más; es la ciencia reina, fundamento y modelo de toda otra ciencia.
por Eudaldo Forment Giralt | 103/104-1991
Son muy cuantiosos e importantes los actuales avances de la Medicina, tanto en el orden de los conocimientos como en el de las técnicas. Este progreso se da también en la Farmacología. No es nada extraño, porque, por coincidir ambas ciencias en su finalidad última, la salud de la persona humana, su historia ha ido siempre paralela.
por José María Romero Baró | 103/104-1991
Me corresponde emprender el estudio de la obra de un filósofo de trayectoria netamente tomista quien, a pesar de su juventud (n. en 1950), ha publicado ya mucho. Resultaría prolijo enumerar aquí sus numerosos trabajos de filólogo y de filósofo; bastará mencionar las traducciones de San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, Tomás de Mercado, Juan de Santo Tomás, Pedro Hispano, Blaise Pascal, Leibniz, etc., o los trabajos sobre dominicos novohispanos, Francisco de Araujo, Alonso de la Vera Cruz y escolásticos españoles postmedievales para apreciar y agradecer a un tiempo su interés por un pasado común difícilmente catalogable como exclusivamente mexicano o español.
por Miguel Ayuso | 103/104-1991
José María García Escudero tiene una frase -síntesis de todo un extenso excurso sobre la historia española contemporánea- en la que afronta ejemplarmente el problema de gobernar a una sociedad irreductiblemente dividida. Dos son las maneras -dice- de intentar resolverlo: «La primera, aceptar como un hecho la división de la sociedad y procurar restituir a ésta la unidad moral perdida mediante la acción de un Poder que no se proclama neutral en las contiendas ideológicas de sus súbditos cuando afectan a los fundamentos de la convivencia. La segunda ( … ) consiste en ignorarlo; desconocer que toda política es, en su entraña, dogma; rehuir el cortar y decidir y escoger unos principios tan vaporosos que bajo ellos quepan tirios y troyanos, rojos y blancos».
por Raúl Fornet-Betancourt | 103/104-1991
Es indudable que las creaciones filosóficas alemanas, sobre todo desde finales del siglo XIX, han ejercido poderosa atracción e influencia en los círculos filosóficos de Iberoamérica. La recepción de la filosofía alemana entre nosotros constituye, sin duda alguna, una parte importante de nuestra propia historia filosófica. De modo que no es ninguna exageración afirmar que la historia de la filosofía en Iberoamérica no puede ser escrita sin historiar la recepción de la filosofía alemana en nuestros países. El esclarecimiento cabal de nuestras formas de entender la filosofía exigiría por ello mismo, y con urgencia, investigar la historia de las relaciones filosóficas entre Alemania e Iberoamérica.
por J. A. Jordán Sierra | 103/104-1991
En este estudio se recoge la revisión crítica que hace Rosmini a tres ejemplos destacados de intelectualismo filosófico-educativo, considerada de interés para el teórico actual de educación.
por Mauricio Beuchot | 103/104-1991
Para Santo Tomás, como para la gran mayoría de los escolásticos, la filosofía era cristiana por ser sierva de la teología. No que siguiera sus métodos, sino que estaba subordinada y supeditada a ella. Se trataba de comprender racionalmente lo que fuera posible de ello dentro de los contenidos de la fe. Y no cualquier filosofía sirve para reflexionar sobre la Escritura, y aun cuando Santo Tomás eligió a Aristóteles, tuvo que rehacerlo en muchas cosas. No lo hizo por seguir una moda ni por mostrarse revolucionario frente al agustinismo tradicional, sino porque encontró que el aristotelismo servía mejor que otros a la verdad de la fe cristiana.
por Margarita Mauri | 103/104-1991
La clasificación de la actividad vital humana que Aristóteles realiza da como resultado tres clases de actividad, la contemplativa, la práctica y la poiética cuya diferencia más significativa se encuentra en las características de finalidad e interioridad de las acciones que les son propias. El orden práctico del comportamiento humano está constituido por dos clases de operaciones: el obrar, cuyo resultado son los actos o acciones, y el hacer, efecto del cual son las obras o producciones. Ambas actividades pertenecen al ámbito práctico, pero están claramente diferenciadas.
por José Rubén Sanabria M. | 103/104-1991
Actualmente se habla mucho de postmodernidad. Pero ¿qué es la postmodernidad? ¿Hay alguna relación entre postmodernidad, ateísmo contemporáneo y metafísica? Para responder a estas preguntas es preciso intentar una definición (una noción) de la postmodernidad.
por Eudaldo Forment Giralt | 103/104-1991
En el último número de «Espíritu», revista del Instituto Filosófico de Balmesiana, fundada en 1952 por el filósofo catalán Juan Roig Gironella, uno de los mejores conocedores de todo el pensamiento de Jaime Balmes, aparece -entre otros estudios dedicados a Santo Tomás, Tomás Moro, Bonald, Heidegger y Carlos Cardona- el excelente artículo «Superación balmesiana de los principios gnoseológicos cartesianos», del profesor de Madrid Dionisia Roca.
por Misericòrdia Anglès Cervelló | 103/104-1991
Si llegim l’obra de Josep Pla ens trobarem que hi sovintegen les referencies a Jaume Balmes. Aixo no sorprendra ningú, perque Pla fou un atent observador de tot allo relacionat amb el que ell anomenava el nostre «país» i, per tant, la menció de Balmes era ineludible.
por Santiago Fernández Burillo | 103/104-1991
El dogma cartesiano de la unidad de la razón, postulado con el matematicismo, supone otro dogma -fundamental para el criticismo-, a saber: que sólo hay un objeto formal del intelecto y, en consecuencia, un sólo método. Sólo habría una manera correcta de pensar. A esta reducción se opuso Balmes con todas sus energías. Para que sólo hubiera una manera de pensar, objeta, debería haber tan sólo una clase de ser, una única verdad.
por Revista Espíritu | 103/104-1991
Año 40 | 1991 Artículos Sobre la actualidad de Jaime Balmes (1810-1848) Santiago Fernández Burillo Balmes en l’obra de Josep Pla Misericòrdia Anglès Cervelló Aportaciones más significativas de Jaime Balmes Eudaldo Forment Giralt Postmodernidad, Ateísmo y...